Desde la antigüedad en los diferentes pueblos se designaban lugares específicos para que la mujer pasara su ciclo menstrual o para preparar su parto desde algunas semanas previas a este, a estos lugares se les conocía como la carpa roja o la tienda roja o la casa de las lunas y eran espacios para uso exclusivo de las mujeres en los momentos ya mencionados. Estas tiendas que se ubicaban dentro de los campamentos, se cubrían simbólicamente con tela roja para distinguirlas del resto y sirvieron a incontables generaciones de mujeres en culturas ancestrales para cumplir con estos ciclos en un lugar preparado especialmente para estos fines.

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Ya desde tiempos ancestrales se relacionaba al ciclo menstrual con el ciclo lunar y se le daba una importancia mística y ritual por su naturaleza femenina y relacionada con la concepción de nuevas vidas. Precisamente por estas razones las mujeres eran honradas con estos lugares debidamente dispuestos para ellas, donde lejos de ser marginadas por su condición, se les permitía apartarse de las perturbaciones de la vida cotidiana y tomarse un tiempo para descansar, relajarse y renovarse para comenzar de nuevo. También allí podían reunirse todas las mujeres para celebrar sus ceremonias, preparar medicinas con plantas y otros ingredientes naturales y transmitir los conocimientos desde las abuelas hasta las niñas de la comunidad. El color rojo representaba la sangre que lejos de ser tratada con recelo, se consideraba como una conexión sagrada con la creatividad y la sabiduría que provenía de lo divino.

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Desde hace algunas décadas atrás, mujeres de todo el mundo vienen levantando la conciencia femenina, despertando sus corazones individual y colectivamente con el animo de reivindicar los valores femeninos y la posición de la mujer como pilar de las sociedades. A la par muchas mujeres han retomado algunas de las practicas que llevaban a cabo antaño, como los círculos de palabra que son reuniones de mujeres para dar y recibir conocimientos y sabiduría ancestral, para escuchar y ser escuchadas, para brindar o recibir apoyo si así se requiere, para sanar y para celebrar nuestra naturaleza. Hoy en día no vamos a una carpa roja cuando pasamos por nuestro ciclo, sin embargo, podríamos reconocer ciertos aspectos de esta practica como muy valiosos para la vida de todas nosotras, sobre todo en un mundo tan convulsionado como el nuestro y en el que podríamos estar más unidas aún para continuar hacía un futuro cada vez mejor para todas las personas sin importar cualquiera que sea su condición.

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En la actualidad muchas mujeres están creando sus propias carpas rojas en sus hogares, lugares donde simbólicamente pueden refugiarse dentro de un útero femenino para pasar ciclos menstruales más conscientes y menos frustrantes. Podemos revivir algunas de estas costumbres tan positivas para el fortalecimiento del tejido social femenino y sus lazos de hermandad y respeto. Desde este espacio promovemos y celebramos con alegría la sana fraternidad entre todas las mujeres.