Todos los seres humanos en algún momento de la vida nos vemos frente a la necesidad de entender nuestras emociones y aprender que por más fuertes que sean, no podemos descargarlas sobre otras personas, ya que esto puede traernos problemas en nuestras relaciones personales, familiares o laborales. Para esto vamos a analizar por un momento la importancia de la inteligencia emocional en nuestra vida cotidiana.
En la antigüedad, cuando nuestros antepasados intentaban sobrevivir en un mundo salvaje, nuestros cerebros aprendieron a actuar antes que a pensar o racionalizar, lo que por supuesto nos fue de gran utilidad a la hora de enfrentar una pelea o huir del peligro. De esta manera, se desarrollo en nuestros cerebros la necesidad de actuar por impulsos, actuar antes que pensar para permanecer con vida. Ahora bien, en la actualidad nuestras mentes aún conservan estos rasgos elementales de nuestra especie, sin embargo, el mundo que nos rodea cambió, pero no así nuestra forma de reaccionar ante los estímulos exteriores. Entonces debemos entender que nuestros cerebros necesitan ponerse al día en el control de las emociones y entrar en una nueva dinámica de pensar antes de actuar.

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Para terminar mi aconsejo es reconciliar tu parte racional con tu parte emocional, para esto deberás ser capaz primero de identificar tu emoción, como cuando aprendiste que a ese animal peludo de cuatro patas que ladra se le llama perro, de igual manera observa y se consciente del enojo, de la alegría o la vergüenza y así reconocer cual es tu estado emocional. Una vez hayas hecho esto, trabaja en regular el cómo expresar eso que sientes, es decir, que es lo más apropiado teniendo en cuenta el contexto en el que te encuentres. Este simple cambio aplicado cuidadosamente te abrirá un mundo nuevo de habilidades sociales que creías no poseer en tu interior. Espero que te sea de utilidad en tu proceso de crecimiento personal. Hasta la próxima.